Ya empapados volvieron a la realidad, se miraron y rieron. Levantándose y dejando una huella.
Dos siluetas secas en el suelo y la pared, que podía demostrar todo aquel rato que habían estado sentados, que era una prueba irrefutable de lo a gusto que estaban, pese a la lluvia y a pesar de todo lo demás.
Dos siluetas que la lluvia ya ha borrado hace tiempo de allí, pero siempre quedará impregnado algo de ellos mismos en esas maderas, las cuales permanecerán ahí durante mucho tiempo, me temo.
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